Después de que España haya quedado eliminada por Marruecos en la tanda de penaltis, creo que ha llegado la hora de que Luis Enrique abandone la Selección Española.
Antes que nada quiero advertir que tengo en aprecio al Luis Enrique persona y que lo valoro como entrenador. Le considero un hombre valiente, con una gran capacidad motivadora y con las ideas muy claras, aunque peca de insistir demasiado en sus errores.
Mi opinión se basa en primer lugar en razones estrictamente futbolísticas, pues el mediocre partido jugado contra Marruecos, disipa todas las posibles dudas, tanto por el juego en sí, como por la manera de afrontar el partido.
España no mereció ganar ni perder. Antes de empezar el partido, la posible tanda de penaltis tenía una alta probabilidad de suceder, pero la realidad resultó mucho peor, pues la notoria incapacidad para crear jugadas de ataque fue bochornosa, acentuada por una actitud impropia en Luis Enrique.
El asturiano habría preferido mil veces vérselas contra Croacia antes que con Marruecos. Un partido contra los balcánicos habría dado más opciones de jugar a lo que quiere España que contra los árabes. Incluso una derrota contra los ajedrezados pudiera haberse visto como una derrota dulce, según como hubiese ido el partido.
En cambio perder con Marruecos resultaba inaceptable. Es por esta razón que Luis Enrique dejó de ser quien es por unas horas, pues antes que nada quiso preservar la imposibilidad de perder, mucho más que la búsqueda de la victoria. Especulando, valorando que su equipo era mejor que el de Walid Regragui, pedía cabeza a sus jugadores, mientras los minutos se escapaban sin remedio, en un trasiego inoperante del balón.
Lo ocurrido en la tanda de penaltis fue un esperpento inadmisible. Sacar a Sarabia pocos minutos antes de terminar la segunda parte de la prórroga para que iniciase el reto desde los once metros, fue un decisión errónea, pues Sarabia se encontraba frio y sin confianza. El lanzamiento siguiente, de Carlos Soler, fue lamentable, pareció que entrenaba al portero rival. Para terminar, en el tercer lanzamiento, hay que ver el movimiento de piernas, la carrerilla de jugador veterano, agotado hasta la extenuación, de Sergio Busquets, con un disparo que más pareció un pase al portero que la acción de tirar un penalti trascendental.
En este aspecto, la responsabilidad de Luis Enrique es absoluta, la demostración de que hay facetas de su trabajo que deja al albur.
Al margen de lo comentado, quiero incidir en que la presencia en la Selección de Eric García fue una broma de mal gusto. Nunca lo reconocerá, pero tengo la impresión que Luis Enrique se lo llevó a Catar a pesar de tener la certeza de que no lo iba a utilizar. Su plaza habría podido ser para Borja Iglesias, un jugador que hubiese aportado al equipo unas características diferentes a las del resto, un recurso puntual para situaciones de bloqueo como las acaecidas ante Marruecos.
Asimismo, no encuentro apropiado que llevase a la Selección al novio de su hija, a no ser que el futuro yerno marcase las diferencias de un modo indiscutible con el resto de jugadores. No es el caso de Ferrán Torres, un jugador que tiene su valor, especialmente si arranca desde la izquierda, pero que pierde efectividad situado a la derecha.
Lo de Ansu Fati también se merece un comentario aparte. Luis Enrique apostó por el recuerdo de un jugador que sorprendió a todos antes de su grave lesión, pero desde su vuelta ha sido más una esperanza que una realidad. Habría sido más justo que su plaza la ocupase Iago Aspas.
Para terminar, también incide en mi diagnóstico la tremenda exhibición que ha hecho Luis Enrique en las redes sociales, en una demostración de histrionismo elevado a la quinta potencia, algo inaudito que puede hacer gracia a muchos, pero que no se ajusta con el cargo de Seleccionador.
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