No se me ocurre una frase mejor que el título de la película dirigida por Alan J. Pakula, del año 1978, para definir la eclosión de Gavi, el jugador del FC Barcelona, un chaval que terminará la temporada sin haber cumplido los dieciocho años.
Uno ha visto jugadores de esta edad con un talento descomunal, valga como ejemplo el de Leo Messi, pero jamás ninguno con este afán competitivo que muestra Gavi. Me estoy refiriendo a una capacidad de lucha indecible, enfrentándose físicamente a hombres hechos y derechos, que le sacan un palmo, a los que a menudo somete con una valentía y un potencial físico impropios de su edad.
En este apartado concreto tiene similitudes con Cucurella, el jugador del Brighton, que curiosamente también perteneció a la cantera del FCB, y que fue despreciado por los entendidos en la materia del club catalán, quedándose en su lugar a Miranda. No era necesario corroborarlo, pero el paso del tiempo ha demostrado que fue una decisión incomprensible.
El debut de Gavi con el FCB bajo las órdenes de Ronald Koeman se produjo el 29 de agosto de 2021, en la tercera jornada de la Liga, en un FCB-Getafe, con diecisiete años recién cumplidos, sustituyendo a Sergi Roberto. Hago mención de este detalle porque la comparación entre ambos jugadores es tan abismal en todos los aspectos del juego, que utilizando un oxímoron se define la talla de uno y otro: valiente cobarde.
Pocas semanas después de debutar en la Liga, Luis Enrique lo convocó con la Selección Española absoluta, debutando el 6 de octubre en las semifinales de la Liga de Naciones de la UEFA, en Milán, contra Italia. No se puede negar el atrevimiento y el acierto del seleccionador, haciendo jugar de titular a un chaval recién llegado al mundo del fútbol profesional en un partido importante.
Con la destitución de Koeman y la llegada de Xavi Hernández, con su libro gordo de Petete aplicado al fútbol, la creatividad de Gavi se ha visto amputada en su faceta más coral y dinámica. Porque si bien Gavi tiene un buen regate, un estimable primer toque, un cambio de ritmo excelente, un giro de ciento ochenta grados muy efectivo, una gran concentración, la capacidad de salir bien librado en los espacios reducidos, y la mencionada intensidad, llevada a un extremo poco habitual; además de todo eso, Gavi tiene algo extraordinario que lo encumbra a lo más alto: una lectura constante del juego para ocupar la mejor posición en el campo en cada momento.
Atendiendo a esta capacidad de entender lo que necesita el partido, las limitaciones tácticas impuestas por Xavi restan potencial a Gavi, pues lo sustrae de una libertad creativa, que exigiendo un descomunal esfuerzo físico, crea el caos entre las filas contrarias.
Si hay alguien alejado del desconcierto planificado, de la anarquía inteligente, este es Xavi, incapaz de comprender que el juego tan pautado y estático del FCB es una burda parodia de lo que instauró Johan Cruyff.
Luis Enrique, en cambio, fiel a la escuela blaugrana, pero también leal a sí mismo -en una proyección de lo que fue su manera de jugar- ha conseguido cierta simbiosis entre ambas concepciones, tanto en el Barça como ahora en la Selección, permitiendo que al control del partido por la posesión del balón, se le aplique una versión más desordenada y vigorosa, que con los riesgos que ello implica, parte con la ventaja de saber convivir mejor con el desorden que crea uno mismo. Es un cara/cruz constante que al margen de resultados, deja la sensación de haber jugado un partido emocionante que se merecía ganar/no perder.
El punto débil de Luis Enrique es que persiste en demasía en sus errores, pues incide en decisiones que son equivocadas más veces de las debidas. Está bien apostar por algo, pero si sale mal, hay que exigir la capacidad de darse cuenta de ello. Valga el ejemplo de Eric García y su obstinación en ponerlo de central, cuando es un coladero y una auténtica madre para cualquier delantero. No me vale que su salida de balón sea muy buena si a cambio no cumple con un mínimo de seguridad defensiva.
Siempre me ha gustado fabular con el fútbol, imaginando equipos con diez jugadores idénticos y un portero. Por ejemplo diez Romarios y un Courtois. Es curioso, pero un jugador tan excelente como el brasileño, conformaría un equipo muy poco competitivo. Si pudiese configurar con jugadores actuales los tres mejores equipos de jugadores clonados, mi ranking sería el siguiente: Messi, Mbappé y Gavi.
Hasta este punto valoro a Gavi: por su enorme capacidad para la lucha y por su extraordinaria capacidad para leer el partido. Creo que muchos equipos rivales terminarían exhaustos y medio locos después de jugar contra diez Gavis.
Para terminar me permito un consejo para este jinete libre y salvaje: que se marche del FCB, y si puede elegir destino que elija el Manchester United, no tanto por el equipo en sí, sino por su nuevo entrenador, el neerlandés Erik ten Hag, el más capacitado para canalizar la energía estratégica de Gavi, en un proyecto que tendrá como imagen el Ajax de la temporada 2018-2019, del que fue su gran autor.
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