Fue en el año 2009 cuando la magnífica revista Archipiélago cerró sus puertas, marcada por la profunda crisis económica iniciada en el 2008, cuyas consecuencias siguen todavía vigentes, sin que ningún estamento oficial hiciese nada para preservar un bien común tan escaso como lo es un pensamiento crítico, profundo y abierto.
El 5 de abril de 2009, el escritor Enrique Vila-Matas escribió en El País un lamento muy oportuno que puso el punto y final a una trayectoria que solo pervivirá en la memoria de unos pocos, después de la enésima paletada sobre la tumba de la cultura.
Si hago mención a la extinta revista es porque el lema de la misma, una brillante paradoja de la indefinición, permite enlazar con la actualidad más intrauterina del fútbol español. El lema de la revista era el siguiente:
Archipielago: Conjunto de islas unidas por aquello que las separa.
Tomo prestada la divisa de la revista Archipiélago, para adaptarla al momento actual del fútbol español:
Conjunto de farsantes unidos por aquello que los separa.
En este caso, el líquido elemento referido al epígrafe de la revista se ha transmutado en el concepto liquidez, en lo que sería la versión más voraz y veraz del “todos unidos por la pasta”. Si el enfrentamiento entre Rubiales y Tebas era noticia diaria, siempre por cuestiones de prestigio, poder y dinero, en los últimos meses un remanso de paz subyuga los ánimos de ambos contendientes ante la dificultad económica provocada por los nuevos tiempos.
El desangre del fútbol español se inició hace unos años, pero con la impuesta pandemia, el flujo de sangre que brota con saña ha dejado al paciente en el umbral de la rigidez cadavérica. Este ha sido el momento en que los enemigos de siempre, respaldados por los más altos organismos, se han dado cuenta de que o se ponen juntos a taponar la herida, o todo el entramado futbolístico se irá al garete.
Llegados a este punto, la competición queda en un segundo plano, pues antes que poner copas de metal en la estantería es necesario llevarse algo de comer a la boca. En caso de inanición siempre es mejor adoptar una actitud colaborativa que permita llenar el plato, aunque sea con manjar silvestre, convenientemente repartido de acuerdo al criterio de los que lucen tres entorchados de oro.
El tiempo de las simulaciones sigue estando muy presente con el objetivo de moldear lo que sea necesario para cumplir los objetivos marcados. Después que en la pasada Liga se cumpliesen todas las condiciones pactadas desde la indecencia más desesperada, de nuevo están prestos a venderse hasta la madre, suspirando para que en un par de años el paciente se haya recuperado del zarpazo sangrante y todo pueda volver a cierta normalidad.
Entretanto, los atribulados periodistas, provenientes de raleas bien diversas, cantarán a coro la canción que han aprendido en la universidad -la Canción del Libro Gordo de Petete-, ajenos al directorio que maneja los hilos de tanta marioneta que ha alcanzado el rango de actor principal, en lo que es la prueba determinante de que la necedad ha invadido barracas y palacios, como una plaga de insectos que se multiplican a un ritmo imposible de vencer.
De seguir denunciando lo que esconde la tramoya del fútbol español, podría ocurrir que finalmente haya una bala de plata que lleve mi nombre, el de un humilde heterónimo, uno de tantos admiradores del maestro Pessoa, al que una muerte oscura le vendría bien para alcanzar una precaria eternidad.
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