La temporada 2003/04 marcó un antes y un después para el futuro ganador que aguardaba al FC Barcelona, después de un lustro sin títulos y situaciones para el olvido.
Con la nueva Junta Directiva y el staff técnico de Frank Rijkaard, más el decisivo fichaje de un astro como Ronaldinho, el FC Barcelona empezaría a levantar el vuelo, si bien durante el primer medio año de la temporada las sensaciones que ofrecía el equipo no auguraban nada positivo respecto al devenir del mismo. Las perspectivas no eran nada halagüeñas.
De hecho, Rijkaard estuvo al borde del despido en Diciembre de 2003. Motivos no faltarían: el Real Madrid alejadísimo en la tabla del campeonato de Liga, la primera derrota en el Clásico disputándose en el Camp Nou en veinte años, el tremendo correctivo sufrido en Málaga, etc. No había razón alguna para llegar a pensar que el equipo se transformaría de la manera espectacular en la que lo hizo. Ver para creer.
¿Qué sucedió realmente para que el FC Barcelona pasara a ser el equipo dinámico y vigoroso a partir del segundo tramo liguero? ¿Cuáles fueron los factores explicativos de tal metamorfosis?
En primer lugar, la llegada de un jugador como Edgar Davids en el mercado hibernal fue clave por el carácter, electricidad y energía defensiva que su presencia implicaba, irradiando su espíritu al resto de sus compañeros. Desde el momento de su llegada en Enero de 2004, la rigidez en el énfasis esteticista sacaba a relucir sus límites evidentes, dado que el equilibrio necesario entre técnica y vigor que representaba Davids ponía sobre la mesa la necesidad de repensar las funciones que pedían ser incorporadas en el medio campo, todo ello sin menoscabar en absoluto la filosofía de juego ofensivo y de toque característica del club.
La fragilidad defensiva del equipo -talón de Aquiles de aquel entonces- se vio claramente reducida, ganando así el equipo mucha más consistencia como bloque en su conjunto, aumentando sustancialmente el potencial en las recuperaciones de balón, sobretodo en campo contrario, lo que automáticamente daba opciones de más superioridad a la hora de encarar las posibles opciones del juego de ataque.
Una de las más destacables consecuencias de la llegada de Davids fue el adelantamiento posicional ofensivo de Xavi, lo que acarreó mayor técnica y capacidad asociativa cerca del área rival, y una valiosa mejora en el trato del balón para el despliegue creativo después de la recuperación tras pérdida, estando las espaldas bien cubiertas con el derroche de Davids.
Dado que la lesión de Kluivert -delantero titular hasta Enero de 2004- se alargaría más de lo esperado, su ausencia significó que por primera vez desde 1998 en tiempos de Sonny Anderson, el planteamiento de ataque incorporaría un tridente con perfil de jugadores más móviles, sin duda de menos corpulencia y posibilidades en el juego aéreo, pero en contrapartida mucho más hábiles en la generación de espacios y desmarques idóneos para que el talento asistente de Ronaldinho encontrara unos destinatarios más rápidos en la interpretación de la asociación.
Este punto es fundamental dado que el FC Barcelona llevaba demasiados años -concretamente desde la llegada de Kluivert en la temporada 1998-99- apostando por un tipo de delantero alto, fuerte, estático y lento, que, si bien ofrecía grandes prestaciones en el juego aéreo, evidenciaba una tendencia desmesurada a la creación del efecto embudo de manera reiterada, error estratégico que facilitaba en demasía el planteamiento táctico defensivo del equipo rival, dada su previsibilidad.
Con todo, a raíz de su lesión, Kluivert pasaría a ser el 9 revulsivo saliendo desde el banquillo, rol que ocuparía regularmente en la segunda vuelta de la temporada 2003/04, con efectos beneficiosos para el interés del equipo.
Los esquemas se intercambiaron: el tridente ofensivo que formaron Ronaldinho, Saviola y Luís García abría un abanico de opciones que con el tiempo se manifestaron cruciales y acertadas para el crecimiento y expansión del dominio del FC Barcelona en pocos años.
La movilidad ponía fin al reinado del 9 estático que limitaba otra forma de proyectar los posibles escenarios del juego de ataque. La nueva variante trajo aparejada la importancia trascendental de la presión en campo contrario, de la que Eto’o sería el máximo estandarte a partir de su fichaje la temporada siguiente. Luis García devendría un jugador clave en el Liverpool FC campeón de Europa en 2005, siendo sustituido por el dinámico Giuly de manera exitosa en el Barça.
El paradigma se modernizaba brindando unos resultados que con el tiempo se antojaron incontestables. Fue la gran aportación táctica de Rijkaard y Ten Cate que explica una parte esencial de los éxitos que estarían por llegar.
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