domingo, 16 de agosto de 2020

LA DEBACLE

El auto-engaño es una herramienta que sirve para ganar tiempo, e incluso para ser feliz hasta donde alcance, si se tiene la virtud de construirlo de manera portentosa.

Creyéndose la propia mentira se van buscando exculpaciones a situaciones que de haberse encarado, habría significado aplicar cambios en el momento oportuno. El FC Barcelona ha pasado pruebas de fuego con resultados lamentables -París, Turín, Roma, Liverpool-, pero siempre se han ido poniendo paños calientes a una enfermedad que requería cirugía. Hasta que ha tenido que enfrentarse a un león, desnudo y sin casi nada para defenderse.

Esto es lo que le ocurrió al FC Barcelona ante el Bayern, un equipo que nunca toma sosiego, especialmente cuando huele sangre. Las heridas de los jugadores del Barça resultaban demasiado visibles antes del partido, acabando en auténticas hemorragias.

Los primeros minutos del partido no fueron malos, incluso parecía que se podía jugar de tú a tú contra el Bayern. Hasta que apareció Sergi Roberto, un jugador timorato que con su pérdida de balón, a todas luces inaceptable, facilitó el segundo gol del Bayern y abrió la espita de todos los traumas acumulados en los últimos años. Los goles fueron cayendo mientras el equipo azulgrana estaba interiorizando más su ansiedad, que pensando en lo que había que hacer en el terreno de juego.

Alba revivió su traumática noche de Anfield, Suárez corrió como un pollo sin cabeza, Ter Stegen elevó su suficiencia a un grado de insensatez inaudito, Busquets desarbolado hasta la náusea, Messi perdido en el túnel de la duda, etc.

La derrota  que ha sufrido el FC Barcelona, siendo dolorosa para sus seguidores, es lo mejor que podía ocurrir. Durante algunos años se ha vivido con indecisión, valorando si hay o no que operar. Ahora la cirugía es inevitable e inminente.  A vida o muerte.

A pesar de algunas noches muy oscuras, Valverde fue un buen gestor de la decadencia. La entrada de Setién solo ha servido para desbaratar lo que ya funcionaba más o menos bien, pues ni ha podido imponer sus ideas, ni ha reforzado lo bueno que se hacía con Valverde. Hace tiempo que en el club los jugadores tienen excesivo poder, que no se entrena bien, con la exigencia que requiere el fútbol moderno.

La buena imagen ofrecida en Villarreal,  fue truncada en los siguientes partidos por los jugadores, por requerir un mayor esfuerzo físico, volviéndose a un juego más prudente, de esperar al contrario, como ante el Bayern, lo que predestinó lo que ya se sabía: el Barça no sabe defenderse encerrándose en su área o jugando a verlas venir.

El mejor Barça se ha visto cuando se hacía una fuerte presión sobre el contrario, cerca del área del rival, arriesgando en la recuperación del balón, jugando con el equipo adelantado, con el portero atento a los pases largos del rival. Pero hacer presión con jugadores que no la acompañan de manera eficiente, es entrar en el matadero. Si contra el Bayern, Suárez no hubiese jugado de titular y en su lugar hubiese jugado Griezmann, la presión habría sido posible y, tal vez, se habría conseguido competir con el Bayern con un nivel aceptable.

Toda la pirámide se ha desmoronado porque el seísmo ha sido excesivo. Desde el presidente Bartomeu, un auténtico cantinflas, a Setién, un hombre al que el Barça le ha venido muy grande, con una imagen final, apoyado en el banquillo, con los brazos en cruz, al que solo le faltaba el sombrero de paja para ser un espantapájaros. Ha muerto de mala manera sin ser fiel a sus ideas, porque de haberlas querido imponer los jugadores lo habrían liquidado. Se equivocó de manera absoluta al no dar un paso a un lado, marchándose con dignidad.

Mirándolo con perspectiva, Setién recordará su experiencia con el Barça no como un sueño, sino como la peor de sus pesadillas, el momento en que enterró su precario prestigio como entrenador, por haber callado y aceptado las imposiciones del vestuario.

El sistema de juego que hace reconocible al Barça debe ser mantenido, otorgándole de nuevo la vitalidad perdida. Que durante años, unos jugadores de mucha clase, hayan podido ganar Ligas y Copas del Rey, mientras se dirigían hacia su ocaso, dice mucho de su nivel, pero la noche ha caído y ha llegado la hora del adiós y del reconocimiento por tanta dicha pasada.


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