domingo, 5 de marzo de 2023

TOCADO Y CASI HUNDIDO

Muy pocas veces a lo largo de su historia, el FC Barcelona habrá tenido menos posesión del balón que en el partido contra el Real Madrid, jugado en el Santiago Bernabéu, en las semifinales de la Copa del Rey.

En esta ocasión no se trató de una diferencia porcentual más o menos aceptable por lo esporádica -según el rival y la dinámica del partido-, sino que a tenor de lo sagrado del concepto, el FCB habría sido menoscabado, con solo un 35% de posesión.

Lo que en su día fue un acoso y derribo al Tata Martino por perder la posesión contra el Rayo Vallecano -después de ganar por 0-4-, esta vez ha sido aceptado y bendecido por la mayoría de la cebona prensa catalana, capaz de contradecirse cada día y de tragarse tantas ruedas de molino como sean necesarias.

Muchos periodistas catalanes han hecho de su oficio algo bufonesco, siendo capaces ante los mismos hechos, de clavar el puñal por la espalda a Ronald Koeman, o acariciar el lomo de Xavi Hernández, el blanqueador de dictaduras, al igual que su padre putativo, Pep Guardiola.

En este partido, Xavi Hernández utilizó un 4-4-2 de manual, por más que jure y perjure que nunca lo ha utilizado. En el FCB ya no se trata de que las verdades hayan mutado en mentiras, sino que estamos asistiendo a la constante manipulación de los embustes, ya sea en forma de silencios o de verdades inalcanzables.

Mientras que el incendio Enríquez Negreira está alcanzando las estancias más protegidas del FCB, Joan Laporta ha puesto la maquinaria administrativa a trabajar, fabricando tantas pruebas como se requieran, mientras que su teléfono arde con llamadas exacerbadas en busca de acuerdos bajo mano, pactando preguntas y respuestas para cuando se vea capaz de afrontar el gran escándalo que aporrea las puertas del club.

De la ignominia pactada con Enríquez Negreira aflora una pregunta para Joan Laporta, una pregunta que es la madre de todas las preguntas: ¿por qué bajo su mandato se cuadriplicó la cantidad pagada a la empresa Dasnil 95 SL?

La respuesta oficial se puede suponer: se incrementaron los informes técnicos de árbitros y en especial de jugadores. No sería extraño que el presidente del FCB apareciese con un inmenso dosier con los nombres de tantos jugadores promovidos por los cazatalentos de Enríquez Negreira, con sus membretes y firmas en cada uno de los folios, para que tenga su pátina de legalidad, la autentificación imprescindible para convencer a nadie, pero con la apariencia suficiente para que todos queden satisfechos.

El aplazado sine die Espai Barça, justo cuando parecía que por fin iba arrancar -un arranque muy malintencionado, pues hacerlo realidad cuando el club está inmerso en una gravísima crisis económica, significaría quebrarlo de manera definitiva- ha provocado el frenazo de algunos de sus patrocinadores, elevando la desconfianza hacia la entidad a niveles desconocidos.

Entretanto, mientras se intenta ignorar que a final de temporada se tendrán que vender jugadores cotizados, se juguetea con el posible retorno de Leo Messi, y de paso se renueva a Sergi Roberto -cuya cualidad más reconocida es la de no jugar a nada en cualquier sitio donde se le ponga-, con una cláusula de rescisión de 400 millones de euros, una broma más de un club que no debería estar para chanzas.

El chapoteo en la ciénaga Enríquez Negreira no ha hecho más que empezar. Soy de la opinión que al margen de influir en el comportamiento arbitral, una parte de los millones que salían del club, tenían un retorno capitidisminuido por obra y gracia de un bumerán financiero, que si llega a conocerse, pondrá a más de un mesías en el cadalso.

 

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