lunes, 10 de octubre de 2022

EL ANTÍDOTO CONTRA ERLING HAALAND

Nada más terminar el partido Real Madrid-Manchester City, con la inverosímil eliminación del equipo inglés de las semifinales de la Champions League, tuve claro que Guardiola, harto de la entelequia del falso nueve, iba a echar el resto por un delantero centro que marcara los goles que su equipo había errado de manera estrepitosa, tanto en la ida como en la vuelta de la eliminatoria europea.

Mientras el Real Madrid tenía la cabeza en la final y se sentía muy seguro con el probable fichaje de Mbapeé, el City se puso a negociar con Erling Haaland, aprovechando el aspecto emocional de que su padre había jugado con los citizens -hasta que una lesión muy grave por una entrada criminal de Roy Keane lo retiró en el 2003-; y el económico, pagándole una comisión millonaria por la gestión del fichaje de su hijo.

Al final, el RM ganó su decimocuarta Champions, pero se quedó sin Mbapeé, dejando escapar a Haaland, en lo que ha sido un error histórico, atendiendo a la edad de Benzema y al enorme potencial del jugador noruego, muy idóneo para el juego del RM.

Desde su llegada al City el delantero nórdico ha marcado quince goles en nueve partidos de la Premier, y cinco goles en tres partidos de la Champions League. Es un inicio apabullante que de seguir a este ritmo, batirá los récords goleadores de leyendas del fútbol como Messi y Cristiano.

El promedio de goles por partido con el City, sumando un partido de la Community Shield en el que no marcó, es de 1,54, muy por encima de los promedios en sus tres temporadas anteriores con el Borussia Dortmund (0.89 / 1 / 0,97).

Con tan solo 22 años, de 1,94 m. y 88 kg. de peso, es el prototipo de jugador voraz, potente y poderoso en el cuerpo a cuerpo, con hambre de gloria. Tiene además una velocidad desmedida al espacio, una buena zurda, un gran salto en el remate de cabeza, y una sorprendente capacidad para mandar el balón a las mallas, incluso en situaciones que requieren acrobacias. Si tuviese que buscar semejanzas, diría que es un híbrido mejorado entre Cristiano Ronaldo y Zlatan Ibrahimovic, aunque se muestra más equilibrado y sin los aires de grandeza de los aludidos.

En definitiva, un terminator del gol implantado en un equipo que si algo hace bien, es jugar al fútbol con mucha precisión y una vocación de ataque indesmayable. Es la combinación perfecta para seguir dominando en la Premier, y el gran intento para hacerlo en Europa.

El riesgo con Haaland es que al ser un jugador tan explosivo, puede tener tendencia a sufrir lesiones de todo tipo -golpes, roturas musculares, rodilla, etc.-, aunque siendo conocida la manera de trabajar de Guardiola, a buen seguro que sabrá dosificar los esfuerzos del jugador, además de persuadirlo de seguir una dieta alimenticia y una terapia de sueño de prescripción obligada.

Sin más preámbulos, hay que plantearse la siguiente pregunta: ¿Qué puede hacerse para limitar el efecto devastador de Erling Haaland?

En mi opinión, lo primero que hay que hacer es separar las variables del problema: el City y Haaland.

Todo lo que hace el City es con la finalidad de rodear a su contrario entorno de su área, con mediocampistas con llegada y disparo, con extremos que buscan el uno contra uno, tanto para desbordar como para filtrar pases dentro del área, todos moviéndose de continuo por la zona de ataque, además de la proyección muy medida de los laterales.

El City elabora un juego hipnótico de balón, mucho más rápido que el del Barça, con una intención persistente de hacer daño. Viéndoles jugar, sabes que cada movimiento está pautado y que si el intento de ataque no sale bien, se busca empezar de nuevo con otra variante.

Por tanto, estamos ante un equipo que inserta de manera constante balones envenenados dentro del área, y es justo ahí donde se produce una retroalimentación salvaje: la del City y Haaland.

Haaland no toca demasiados balones durante los partidos. Más o menos entra en contacto con el balón unas veinticinco veces por encuentro, ocho de las cuales lo son dentro del área. Su eficacia es letal y asombrosa.

La conclusión a la que he llegado es que hay que alejar al City y a Haaland el máximo tiempo posible de las cercanías del área, formando dos  líneas, la más cercana al portero de cinco jugadores colocada unos metros por delante del área, y enfrente de esta, una de cuatro, intercalándose, formando triángulos para cerrar espacios. Dos líneas bastante juntas e intensas, con un jugador referencia al mando de los fuera de juego.

El futbolista que falta en este entramado sería un especialista que marcase al hombre a Halland, un futbolista tipo Cucurella o Gavi, un jugador de menor envergadura  que por sus características físicas tenga más rapidez inicial que Haaland y que provoque sus faltas  al ganarle la posición en la disputa del balón.

En los córners y faltas, el marcaje a Haaland debería ser el tradicional: el jugador más alto y fornido, siempre en contacto con el jugador noruego para desequilibrarlo en lo posible para el caso de que pueda rematar de cabeza. Para balones muy cerrados, el portero debería ser agresivo en la salida, no permitiendo un remate cercano del noruego.

El portero sería una pieza fundamental en esta trama, pues muchos pases en profundidad deberían ser cortados por el cancerbero, al colocarse en una posición más adelantada de lo habitual.

Asimismo, en la línea de cuatro habría que tener a un delantero que al margen de su exigente trabajo defensivo, fuese rápido para salir al contraataque, algo muy propicio con los robos de balón que habría durante el partido al jugarse en un espacio reducido. Normalmente la salida al contraataque de este jugador se iniciaría desde el campo propio, con lo que evitaría caer en fuera de juego.

Los cinco cambios que se permiten en la actualidad, serían ineludibles ante tanta exigencia mental y física, sin retraso al detectarse signos de debilidad en algún jugador.

Creo que todos los equipos, salvo aquellos que pueden jugar con el City de igual a igual -Bayern, PSG, Liverpool y Real Madrid-, deberían tomar muy en cuenta la estrategia apuntada, salvo que prefieran no arriesgar nada y se sientan cómodos ante la inevitable derrota.

 

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