Cerrada la primera temporada de Leo Messi en el Paris Saint-Germain se ha confirmado, como no podía ser de otro modo, la rentabilidad económica del jugador.
Valgan estos datos a modo de resumen: venta récord de camisetas, enorme impacto en las redes sociales, se han disparado los ingresos en el estadio, siempre lleno y con lista de espera, un mayor número de contratos con patrocinadores, además de que las cantidades de los mismos han superado el precio de mercado, etc.
Desde las páginas de este Blog ya se dijo que la renovación de Leo Messi debía hacerse, sí o sí. Tanto por motivos deportivos y emocionales como económicos, pero la mano negra que esparce ruina y división en Catalunya ejerció, una vez más, de nigromante, mientras la grey asistió necia y atónita a las explicaciones que justificaban la decisión, expresadas por la voluminosa marioneta.
Viendo como desde el Fútbol Club Barcelona se buscan de manera desesperada palancas económicas, habría que preguntarse porqué se renunció a la mayor palanca que nunca ha tenido un club de fútbol: tal vez el mejor jugador de la historia, que todavía hoy es el mejor jugador del mundo, de conducta intachable, plenamente integrado en el FCB y con un sentimiento culé de primer orden.
Se mire por donde se mire, no hay una explicación razonable que explique la traición sufrida por Messi por parte del FCB, en la persona del Judas más falso, extraviado y dirigido: Joan Laporta.
Fue una doble traición: la primera a los socios que cual rebaño que bala le votaron creyendo que la renovación de Messi sería un hecho indudable -después de zamparse un asado y de chupar un poco de mate-, y después a Messi, engañado hasta el último segundo, sin apurar todas las posibles opciones, en una muestra de hipocresía y cinismo imposible de superar.
Puede leerse en el capítulo 12, versículo 6 del Libro de Jeremías: Porque también tus hermanos y la casa de tu padre, también ellos te han traicionado, también ellos han dado gritos en pos de ti; no les creas aunque te digan cosas agradables.
La primera víbora del vestuario fue Gerard Piqué, quien a la vista de la situación económica del Club, y temiendo por su contrato, se aprovechó de su ascendencia en el seno del FCB, para mostrar a Joan Laporta la inviabilidad de la renovación de Messi, un modo fariseo de preservar lo suyo y lo de tantos parásitos como transitan por el vestuario azulgrana.
La relativa cercanía del Mundial de Qatar también se puso encima de la mesa, llegándose a la conclusión que Messi jugaría con prevención con la intención de llegar sano y salvo a su última oportunidad de ganar un Mundial. Siendo eso cierto, no lo es menos que un Messi bien arropado, regulando esfuerzos, habría sido el máximo goleador del equipo y el que más asistencias habría dado, además de permitir una mayor fluidez en el juego al centrar la atención de dos o más marcadores.
Con Messi en el campo jamás se habría vivido la lamentable situación de ver como más de treinta mil alemanes, hinchas del Eintracht de Frankfurt, intimidaban a la afición del FCB, en la plena evidencia de un club desgarrado.
La incidencia del mundo procesista no ha sido ajena a la marcha de Messi. En su dictadura impuesta a todos los catalanes, lo de Messi estaba cantado, pues nunca les siguió el juego, jamás hizo un solo gesto que permitiera pensar que estaba de su lado. Y esto en Catalunya se paga. Además, els lletraferits no le perdonan que quisiera marcharse del paraíso catalán, cuando el 25 de agosto de 2020 envió un burofax a los servicios jurídicos del FCB, harto de las mentiras del inentendible Bartomeu.
Entre unas cosas y otras, el FCB, el club que se jacta de ser més que un club, el club dels valors, traicionó una de las mejores historias del mundo del deporte, mostrándole la línea de salida a Messi, eso sí, con buenas palabras, en lo que ha sido una ruptura emocional que todavía sangra y que, de manera definitiva, ha puesto a cada uno en su lugar.
Ya no caben más engaños, el FCB es un lugar de negocios, una oportunidad para ganar un buen dinero consolidando la quiebra, mientras al socio se le vende cualquier cosa, sabedores que la idiotez se ha instalado de manera permanente en Can Barça, crisol de todas las bobadas vistas y de las que están por venir.
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