Por lo que se está evidenciando de momento, el efecto Xavi en el sí de la primera plantilla del FC Barcelona no está siendo el camino de rosas que se vendió a bombo y platillo.
Mucho se escribió en este blog acerca de la figura de Koeman y del sabotaje presidencial y mediático que su figura y staff técnico padeció. Paradójicamente, justo a partir de Junio, cuando se había salvado la temporada con la conquista de la Copa del Rey y parecía que el rumbo se había enderezado. ¿Qué razones había para torpedear la figura de Koeman, mito del club?
A diferencia del exagerado trato a favor recibido por Xavi, desde el club y desde la mayor parte del entorno se nos vendió de manera unánime que el trabajo de Koeman había sido un desastre absoluto, siendo rebajado a la nada, cuando de hecho, el técnico neerlandés sostuvo, durante meses, la imagen pública de un club a la deriva, sumido en una crisis social y de identidad, en bancarrota, y habiendo promocionado el ascenso al primer equipo a un buen número de canteranos, y gestionando exitosamente el rol de Messi en el terreno de juego después del desplome en Lisboa.
Pasados tres meses desde la llegada de Xavi desde Catar, estado teocrático en el que entrenaba y del que era embajador, no se vislumbran las señales que nos harían pensar en un cambio de dinámica positivo a nivel de juego.
Ha sucedido infinidad de veces en múltiples fichajes: el marketing como la capacidad de vender una idea del producto, pero está por ver si realmente ésta es cierta o sólo son fuegos artificiales, un saber muy bien cómo celebrar ilusiones, muy al estilo del processime catalán.
Que el trabajo de Koeman era mejorable está fuera de discusión. Pero que la llegada de Xavi, por el simple hecho de ser Xavi, y sin apenas experiencia en los banquillos, se vendiera como el factor clave que implicaría el elixir del buen juego y el retorno a la excelencia por arte de magia, no es de recibo a priori. En todo caso, su balance como entrenador ya se valorará a final de temporada, a posteriori. Se podría decir que el frenesí de la ilusión celebrada es inversamente proporcional a la realidad esperable, dada la inquietante realidad estructural del club. La distancia entre lo que se predica que el juego debería ser, y lo que realmente se puede llegar a alcanzar, es abismal a día de hoy. Y el autoengaño nunca puede ser solución a los desvaríos reales que asolan a la institución.
Dado que se exageró y se continuará exagerando la idea (el ridículamente llamado ADN Barça) por encima de lo razonablemente aceptable, da la sensación que Xavi, consciente que sus planteamientos no serán fácilmente llevados a cabo en el terreno de juego con la plantilla actual, buscará en el trabajo de Luis Enrique con la selección española una brújula para guiarse, el clavo donde agarrarse, y ver si así puede salir del atolladero.
Dado que las incertezas son enormes -veremos qué ambiente se respirará si el Nápoles elimina al FC Barcelona en la Europa League - y la plantilla adolece del talento top imprescindible para jugar como antaño, y dada la ausencia de un súper crack goleador como Messi que lo solucionaba casi todo, parece que Xavi apostará, de aquí hasta el fin de la temporada, por una réplica del manual realizado por Luis Enrique al frente de la selección española.
Veremos si le acaba dando resultados que inciten al optimismo o, por el contrario, el panorama se complica aún más de lo que está. Desde aquí uno se inclinaría más por la segunda opción. El tiempo dirá.
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