miércoles, 29 de septiembre de 2021

BIPOLARIDADES

Estando aún en el mes de septiembre, lo que significa que la temporada no lleva ni dos meses desde su inicio, con lo cual se deduce que el período de pruebas y adaptabilidades a las mismas está en su fase 1, desde el entorno del FC Barcelona se empiezan a filtrar e inventar noticias sobre la figura de su entrenador, toda una leyenda del club y del fútbol europeo, no en vano fue tricampeón de Europa como jugador.

Que el entorno, concepto expresado por Johan Cruyff en 1992 después de una derrota del Barça en Praga, está enloquecido –algo que ya se sabía y que viene de lejos- y que las luchas intestinas en su interior-hecho diferencial de tipo cainita- son el pan de cada día, no es excusa para estar tratando mezquinamente la figura de Koeman y su equipo técnico, del cual forma parte también Larsson, los cuales, con toda probabilidad, dejarán una herencia de jugadores canteranos como hacía lustros que no se veía y que será un orgullo del club.

Parece inconcebible la tendencia bipolar del entorno, y su capacidad de irradiación neurótica a través de sus altavoces a una buena parte de la masa social del club. Con jugadores lesionados que podrán aportar, en principio, un rol destacado o de utilidad en fondo de plantilla en el devenir del equipo (léanse Ansu Fati y Dembelé, pero también Braithwaite o Agüero) es de pura lógica entender que el equipo está aún en período de reconstrucción, más sin las ausencia de nombres tales como Messi y Griezmann.

Sin embargo, y a excepción de los 30.000 fieles supporters que asisten al Camp Nou, los cuales crean un ambiente de gran nivel en el estadio, los niveles de autoflagelación y de desconsideración hacia una leyenda crucial del club como es Ronald Koeman llevan a pensar que el estado de enfermedad mental del entorno del club, si bien con honrosas excepciones, es enorme.

El sábado 26, leyendo la prensa deportiva, le parecía a uno que el final de todo estaba bien cerca. El Domingo 27, por el contrario, el equipo realiza un buen partido ante el Levante, con la vuelta de Ansu Fati después de su gravísima lesión, con gol incluido. El Lunes, si se leía la prensa o se escuchaba alguna tertulia, el catastrofismo del sábado había desaparecido por completo. Del frío polar al calor tropical en tan sólo 24 horas.

¿Qué podría tener de normal, pasar, en tan sólo un día de diferencia, de un estado depresivo y autodestructivo a uno feliz y eufórico?

En principio, aunque los tiempos actuales llevan a la reducción de su duración, a cualquier proyecto futbolístico de un entrenador nuevo debería dársele un mínimo de tres años, para que pudiera evolucionar. Estando como está el FC Barcelona, en bancarrota y con la huida de su capitán y mejor jugador de la historia, el único antídoto a la sempiterna ansiedad debería ser una apuesta clara y consciente por la cabeza fría y la lealtad absoluta a los intereses del club, y en este sentido el presidente no está actuando en tal clave, cuando sí lo hizo con Rijkaard en los inicios de la temporada 2003-04.

Los mejores brotes del proyecto de Ronald Koeman se han visto con la ausencia de Sergi Roberto en el campo, a raíz de las lesiones sufridas por el jugador de Reus. Cada vez es más claro que, su presencia en el terreno de juego es insustancial. Veremos si Koeman acaba viéndolo de tal modo también.

Tiempo al tiempo y paciencia, la misma que fue necesaria y crucial para que Cruyff, Rijkaard, Guardiola o Luis Enrique pudieran reconstruir e implantar sus proyectos como entrenadores. O, sin ir tan lejos, después de la huida de Neymar a Paris, con Valverde recién aterrizado, el desastre inicial en la Supercopa contra el Real Madrid acabó con el club ganando la Liga contra pronóstico.

Se intuye que el legado de Koeman puede ser una herencia colosal en cuanto a jóvenes jugadores salidos de la cantera para el medio plazo. ¿Habría algo más cruyffista y neerlandés que esto?

 

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