sábado, 8 de mayo de 2021

NEYMAR Y SU CIRCUNSTANCIA

Fue en el año 2010 cuando tuve la oportunidad de ver un vídeo de Neymar. Me quedé deslumbrado. Su rapidez, flexibilidad, regate, disparo, y magia apuntaban tan alto que pensé que algún día sería el sucesor de Leo Messi. Asimismo, observé ciertos detalles, por su manera de tomar algunas decisiones dentro del terreno de juego,  que me hicieron augurar algunos días oscuros en su trayectoria.

El 16 de diciembre de 2011, en Japón, se jugó la final de la Copa Mundial de Clubes, entre el FC Barcelona, liderado por un Messi impresionante, y el Santos Futebol Clube, con un Neymar de tan solo diecinueve años como figura del equipo. El Barça ganó por 4-0 después que Guardiola sorprendiera al  mundo del fútbol con una distribución táctica nunca vista hasta entonces: un 3-7-0.

Al terminar el partido se vio dialogar a Messi y Neymar en una versión maestro-discípulo evidente. En las declaraciones post-partido, Neymar declaró: Hoy el Barça nos ha enseñado a jugar al fútbol. Desde aquel momento, Neymar solo tuvo una obsesión: fichar por el FC Barcelona y jugar al lado de Leo Messi.

Su fichaje oficial se hizo público el 3 de junio de 2013, con lo que para las siguientes temporadas el FC Barcelona tuvo la menor delantera de la historia del fútbol: Messi, Suárez y Neymar. No fue hasta la temporada 2014-2015, con Luis Enrique de entrenador, después de sortear icebergs del tamaño de una montaña, que se consiguió la culminación de un gran equipo, lo que significó un nuevo triplete para el FC Barcelona.

José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote escribió: Yo soy yo y mi circunstancia. Siendo una afirmación que suena indiscutible, lo cierto es que permite un gran debate filosófico a su alrededor pues puede enfocarse desde diferentes puntos de vista. Refiriéndome a Neymar, y atendiendo a sus particularidades circunstanciales, me permito hacer algunas aseveraciones al respecto.

Muchas veces se ha señalado que la manera de jugar de Neymar tiene connotaciones ofensivas para sus contrincantes, lo que induciría a una reacción violenta por parte de los mismos. Neymar tiene una característica muy marcada que es la de retar de continuo a sus rivales. Cuando Neymar se para con el balón en su poder, frente a un defensor, más segundos de lo habitual, como si quisiera detener el paso del tiempo, su rival lo interioriza como una provocación que según el desenlace del dribling, se convierte en una humillación. Es un duelo al sol que se reproduce varias veces en un mismo partido y que, como todo en la vida, tiene sus consecuencias, en ocasiones muy graves.

A lo largo de su carrera, Neymar ha retado en demasiadas ocasiones a pistoleros que sabedores de su inferioridad, le esperan agazapados para dispararle por la espalda. Estas situaciones le han hecho perder en demasiadas ocasiones el equilibrio emocional en el terreno de juego, con todo lo que ello implica. A la pérdida de concentración en el juego, hay que sumarle una excesiva asunción de riesgos que muchas veces se han concretado en graves lesiones. Desde el año 2014, Neymar se ha visto apartado mucho tiempo de los terrenos de juego, entre operaciones y la posterior recuperación de las articulaciones astilladas o los músculos desgarrados.

Hay que reconocerle valentía a Neymar, pues nunca elude ningún duelo por peligroso que este sea. Su decisión de irse a jugar con el PSG, en la Ligue 1, elevó todavía más el nivel de riesgo al ser una liga más física que la española, con más permisividad por parte de los árbitros del juego duro.

Neymar debería haber aprendido algunas cosas de Messi después de haber estado cuatro años con él en el FC Barcelona, siendo además grandes amigos. Messi regatea más que nadie, pero nunca plasma su habilidad con una posible asociación de burla hacia el rival. Messi recibe entradas duras pero muy pocas veces reacciona de malas maneras o con enfrentamientos cabeza con cabeza con sus rivales. Sabe que es el mejor jugador de la historia y que para serlo, año tras año, es fundamental evitar pugilatos innecesarios.

En otro apartado circunstancial, cabe afirmar que Neymar es el gran jugador digital de la historia, hasta el punto que incluso durante el partido su cabeza no desconecta del todo con la idea virtual de negocio, de imagen y de marketing. No desaprovecha ninguna oportunidad para ganar dólares mientras el partido se está disputando aunque con ello esté faltando al respeto a sus compañeros y a su club, pues implica desconexiones que en partidos trascendentales tienen su coste.

Un ejemplo de ello es la reiteración ridícula que se produce en cada partido o antes de saltar al terreno de juego, jugueteando con los cordones de sus botas, cumpliendo un contrato que le obliga a estas memeces para aumentar el saldo de sus cuentas corrientes. Su comportamiento es doloso pero tiene algo de involuntario y de adictivo, algo que enlaza con la fiebre adolescente y la inevitable obsesión de estar mirando el móvil cada medio minuto.

Neymar ha hecho goles y jugadas de una espectacularidad suprema, al nivel de los mejores jugadores de la historia, pero mirando su trayectoria futbolística es fácil advertir que ha tenido una manera de entender la vida que ha llevado implícito un compromiso discontinuo, con actitudes más propias de un joven con ganas de divertirse que las de un jugador inteligente, sabedor de estar en posesión de un talento descomunal y decidido a escribir una poderosa historia en el mundo del fútbol.

 

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