Durante el partido que el pasado sábado enfrentó al Getafe CF contra el FC Barcelona, destacó sobremanera un aspecto: la ausencia total de reacción frente a los varios atropellos sufridos por los jóvenes delanteros Ansu Fati y Pedri principalmente, pero también afectando a otros jugadores. Parece inadmisible que ningún jugador veterano asumiera el rol que se le presupone y que no se expresara de manera mínimamente vehemente sobre la gravedad de lo que estaba aconteciendo sobre el césped.
¿Cómo puede ser que ningún jugador saliera en defensa de ellos, que no protestaran como es debido?
El FC Barcelona lleva años dando señales claras de debilidad y ausencia de carácter y fortaleza mental en demasiados partidos, sobretodo fuera de casa y/o frente a equipos con mucha intensidad y agresividad. Parecería que sin público en los estadios, esta cuestión debería ser más sencilla de afrontar.
Si bien el equipo de Koeman está de lleno en plena reconstrucción y parece que va por una buena línea, necesitará indiscutiblemente un tiempo prudencial para conjuntar las nuevas piezas, adquirir los nuevos conocimientos tácticos y afianzar el vigor con el juego asociativo que le caracteriza.
Virus FIFA aparte, lo más preocupante es constatar que a día de hoy la plantilla está totalmente descompensada en cuanto al equilibrio de distintas personalidades que la componen y en lo que a liderazgo se refiere. Predomina un perfil de jugador apocado, reservado, introvertido, sin tintes de capacidad real para liderar y marcar una senda, una comunión de equipo, que marque claramente ascendencia. Es inconcebible que nadie saliera en defensa de sus compañeros increpados ni delimitara el terreno a Nyom.
Es del todo injustificable que ninguno de los capitanes reaccionara al respecto con las agallas mínimas necesarias. El ridículo de Busquets en las declaraciones a la prensa justo al acabar el partido fue mayúsculo, de vergüenza ajena. A Sergi Roberto ni se le busca ni se le encontrará, por supuesto. Es de sobras conocido que Messi no tiene el perfil para ser primer capitán. Y Piqué, que si bien parecería el mejor colocado de los cuatro, tampoco ha asumido el paso necesario que hay que dar en noches como la del sábado, in situ en el terreno de juego, no en los focos y micrófonos frente a los periodistas.
Se vislumbra una plantilla rejuvenecida, lo cual es en sí una buena noticia, pero con una ausencia flagrante de capacidad para lidiar en cuestiones como la tensión, el insulto, la agresividad, el juego duro, etc.
Es en noches como las del sábado pasado que se echan en falta roles que antaño realizaban jugadores como Márquez, Puyol, Deco, Edmilson, Alves, Keita, Abidal, Milito, Pinto, Mascherano, Valdés, Villa, Suárez o Van Bommel, para mencionar algunos. Cuando se habla de los éxitos recientes del FC Barcelona también hay que recordarlos a todos ellos, y a su ascendencia sobre los “percances” que ocurrían en el terreno de juego.
Sin lugar a dudas, para que el peculiar y único estilo de juego del FC Barcelona prospere, necesita de cuatro pilares básicos que lo sustenten: un nivel técnico y una mentalidad ofensiva-asociativa que lo define desde hace años; una preparación de jugadas de estrategia y táctica para ampliar el repertorio determinante del juego; un nivel físico vigoroso y pletórico, y por último, un carácter firme, con personalidad para expresar y defender la idea de juego y a sus miembros.
Es en este último aspecto donde parece que la plantilla, a día de hoy, está más vacía y necesitada que nunca. ·
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