Son
demasiado recurrentes en el entorno del FC Barcelona los debates sobre el
estilo, o mal llamado ADN, acerca de si se está anticuando o, al contrario, si
se está alejando de unas supuestas esencias.
Nuestro
parecer no sería ni lo uno ni lo otro: está sobradamente comprobado que talento
creativo sin vigor y sin físico no da para imponer el estilo –sobre todo en
eliminatorias europeas- y que olvidarse del buen trato del balón y todo lo que
conlleva sería negar la base de la filosofía que instauró Johan Cruyff y que
cambió la dinámica del club desde 1990.
Es
probable que en el FC Barcelona, históricamente, haya habido una inclinación
–seguramente no mantenida a lo largo del tiempo- hacia un concepto de tipo más
lúdico, con el buen toque de balón como objetivo para embellecer el juego.
Aun
siendo así, no debería haber ninguna duda al afirmar que es en 1988, año de la
llegada de Cruyff y Rexach, que empezaría una nueva era en el club. Esto
significaría hablar por primera vez de unos pilares básicos que configurarían
un modelo y filosofía de juego a seguir y a mantener en el tiempo, creyendo en
ella tanto en los buenos tiempos en resultados como en los malos, siendo la
cantera un pilar básico de tal filosofía.
Cualquier modelo debe estar siempre sujeto a ser
analizado para su constante mejora, equilibrio y perfeccionamiento, dado que no
se va a poder ganar todo siempre. Además, los equipos rivales analizaran hasta
la saciedad el modelo para desactivarlo.
Los
pilares básicos del modelo de juego instaurado por Cruyff serían una
innegociable vocación ofensiva en aras del espectáculo –goce lúdico para el
respetable- sobre el césped.
En
segundo lugar, y muy estrechamente ligado a lo anterior, la importancia de la
posesión del balón proactiva, es decir, hacer un manejo del mismo para la
búsqueda del gol y la creación de ocasiones; por otro lado, ésta también se
puede entender como control del partido en la posesión del esférico, es decir,
economizar energías una vez el resultado te es favorable manteniendo el balón y
poder pensar ya en el siguiente partido. En este apartado el Barça de Guardiola
sería el mejor ejemplo de todos.
Dicho
esto, creemos de justicia hacer una mención especial al trascendente legado de
Frank Rijkaard y su equipo. Fue a partir de su llegada cuando se hizo evidente
que el modelo incorporó otro pilar básico que sería trascendental en el devenir
del club: la intensidad y/o presión defensiva, sobretodo en campo contrario,
para recuperar de nuevo el balón, ya para seguir siendo proactivo o
economizador.
Si
se realiza con inteligencia táctica e intensidad, las probabilidades de volver
a tener la posesión del balón aumentan de manera significativa. Es en este
aspecto del modelo –el vigor y la presión defensiva, sobretodo en campo
contrario- donde se están dando desde hace tiempo los mayores malentendidos y
olvidos del modelo post Rijkaard.
Por
un lado, sería un error considerar que el juego debería principalmente
priorizar sólo los aspectos físicos, obviando el buen trato creativo del balón,
hecho diferencial de un perfil de jugadores salidos de la cantera. Desde unos
presupuestos opuestos, parecería que el vigor y la intensidad física irían en
contra de unos principios sacralizados relativos sólo a lo estético, con tintes
de mentalidad gourmet.
Como
se deduce, para nada nos valdría una concepción tipo juego de suma cero, sino
más bien su lógica contraria, inclusiva, sincrética, que busque el equilibrio
entre creatividad y vigor.
Esta
fue sin duda la gran aportación de Rijkaard al FC Barcelona y a la selección
española, especialmente con Luís Aragonés al frente. La manera inteligente de
llevarla a cabo es la que aportará al juego del FC Barcelona la superioridad
necesaria para volver a ganar.
Se
ha demostrado que sin vigor físico y un equilibrio en el perfil de jugadores en
el sí de la plantilla se complican las eliminatorias europeas.
La
fiabilidad del modelo baja enteros sobre todo desde 2016. Ante esta situación
nunca se debería olvidar de la trascendencia y mejora táctica y vigorosa del
modelo de juego que aportaron jugadores como Goikoetxea en los 90’s, Márquez,
Davids, Eto’o, Edmilson, Giuly, Alves, Pedro, Keita, Touré Yaya, Abidal,
Sylvinho, Gio, etc.
Si
algo quedó claro desde la llegada de Rijkaard, es que para que jugadores como
Messi, Iniesta, Xavi, Ansu Fati o Riqui Puig en la actualidad puedan embellecer
el juego y aportar la belleza de su creatividad, necesitan a su alrededor una
energía que les dé seguridad, que les proteja y les haga de guardaespaldas para
encontrar el medio idóneo donde se vislumbre la creatividad ofensiva inherente
al modelo.
Para
que esto llegue a suceder, es condición sine qua non que este perfil de jugador
tipo más táctico/físico entienda, lea tácticamente y vislumbre la creatividad
que otros generarán y que ellos estarán protegiendo y vigorizando.
El
FC Barcelona no debe cambiar su filosofía de juego. Debe ir analizándola y
fortaleciéndola. Los grandes resultados y reconocimientos cosechados con este
modelo están fuera de toda duda y discusión.
En
todo caso, debe de saber equilibrar el talento creativo con el vigor físico y
la inteligencia táctica. Saber diferenciar mejor las distintas intensidades
entre partidos de Liga y competiciones con eliminatorias, sobretodo europeas,
en los cuales predomina a día de hoy un fútbol muy físico, de más fuerza e
intensidad.
Y
sin duda, debe disponer de una plantilla lo suficientemente amplia para llevar
a cabo las rotaciones necesarias para tener a los jugadores enchufados y, a la
vez, no quemados físicamente antes de tiempo. Justamente lo que parece no se ha
estado realizando en los últimos tiempos.
Sin energía, sin vigor, sin las baterías bien cargadas, es imposible llevar a buen puerto ningún objetivo, y mucho menos el de la creatividad ofensiva. Tiempo habrá para ver cómo evolucionan las cosas, pero todo parece indicar que Ronald Koeman y su staff técnico sabrán cómo plantear y generar nuevamente la energía creativa con el vigor necesario. ·
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