Alguna vez, muy pocas, me entretengo con algún partido de fútbol femenino. He de reconocer que nunca he visto un partido completo jugado por mujeres, pues el espectáculo y la motivación no cumplen mis expectativas. No tengo inconveniente en afirmar que eso también me ocurre con muchos partidos de fútbol masculino.
El
partido elegido esta vez fue el de semifinales de la Champions, jugado entre el
FC Barcelona y el Wolfsburg. El partido tuvo emoción por el resultado final de
1-0 para el equipo alemán, con bastantes ocasiones de gol para ambos equipos,
con un nivel de juego aceptable.
La
igualdad de género es una demanda que está muy presente en nuestra sociedad. Es
un anhelo que implica un ideal de mayor justicia, aunque en demasiadas
ocasiones es malinterpretado, en otras utilizado para sacar tajada de una
situación interesada o esgrimido por simple ignorancia.
Digo
esto porque está del todo justificado que unas chicas que se dedican al fútbol
profesional tengan sus merecidos ingresos por su práctica laboral, pero resulta
del todo inaceptable que a través de campañas de difusión social y política, se
pretendan colar con calzador unas reivindicaciones económicas excedidas, fuera
de lugar a día de hoy.
La
última reivindicación absurda es el lamento de una jugadora del PSG: “No
entiendo por qué no hay VAR en la Champions femenina. Es parte de la
discriminación, lo digo así y no me voy a esconder. Si queremos igualdad, esto
tiene que ser igualdad”.
Al
margen de cuestiones éticas y de aspiraciones legítimas, las futbolistas no
están en condiciones de exigir una igualdad
-aunque sí una equidad- con los futbolistas, más que nada porque lo que
ofrecen unas y otros es del todo incomparable.
En
este juego de igualdades forzadas sorprende el trato periodístico que se da al
fútbol femenino, cada vez más presente en los medios de comunicación, cuando ni
por el nivel de juego desplegado, ni por el interés real que despierta es
merecedor de ello.
No
creo que el fútbol femenino vuele muy arriba, a pesar de que las rivalidades
entre equipos de renombre ayudarán a una mayor consecución de cuota de
espectadores. Veremos si con la crisis económica no hay un freno a su
divulgación y financiación.
La
naturaleza y la sociedad han otorgado a cada género y a las diferentes
tipologías, unas determinadas cualidades y características que conviene tener
presentes, no para discriminar a nadie, sino para tener clara la separación
entre actividades deportivas profesionales en un entorno exigente, de otras
prácticas más laxas, más o menos lucradas, dependiendo de las modas de cada
momento.
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