En el anterior
artículo Fuera de juego ( I ) hice
referencia a la norma dictada en el año 1990 por la International Board, conocida como la norma Anti-Milan, en la que se
aprobó que un jugador en línea ya no estaría en fuera de juego.
En un paso más hacia
la liberación del juego de ataque, en el año 2003, la International Board decidió no penalizar como infracción la
posición de aquellos jugadores que estando en fuera de juego, no intervengan en
la jugada.
Cada vez ha sido más
complicado atreverse a jugar especulando con la táctica del fuera de juego,
pues la International Board ha pasado
tantas veces la Navaja de Occam por el reglamento, que las ventajas para los
defensas han quedado muy afeitadas, a ras de piel.
Otra cosa es que determinados
equipos utilicen la presión para empujar al rival, encerrándole en su campo, y
que como consecuencia, con la defensa adelantada estén pendientes de dejar a
los delanteros contrarios en fuera de juego. En todo caso es una derivada, pero
nunca una táctica de fuera de juego aplicada de manera estricta. El F. C.
Barcelona de Guardiola y el actual Liverpool de Klopp son un ejemplo de lo
comentado.
En definitiva, la
táctica del fuera de juego ha ido quedando muy relegada ante las mayores ventajas obtenidas por los
equipos en fase ofensiva, debido a las oportunas modificaciones reglamentarias.
Si a esto le añadimos la mayor dificultad por parte del árbitro en detectar si
un atacante está en línea o unos centímetros por delante del defensor, esto ha hecho
que los equipos hayan sido cada vez más reticentes a correr el riesgo que
implica jugar la táctica del fuera de juego, pues aunque la llevasen a la
práctica de manera perfecta, la probabilidad de que se diese gol a una jugada
iniciada en offside sería alta.
Por tanto, la idea
de evitar el bloqueo táctico llevada a cabo por la International Board ha resultado acertada, pues se buscaba un
fútbol con menos interrupciones, con más jugadas ofensivas y, como resultado
final, mayor número de goles, y la estadística les ha dado la razón.
Hace unos años, en
el horizonte se divisaba una amenaza a este idílico estado general, una amenaza
que ya está entre nosotros y que todavía no ha sido interpretada de manera
global: la aplicación del sistema de asistencia arbitral (VAR).
Desde la llegada del
VAR he estado esperando la asunción de algún equipo que haga suya la táctica
del fuera de juego, una vez que la salvaguarda ante los posibles errores
arbitrales ha quedado garantizada. Nadie hasta el momento ha retomado el
testigo del Milan, a pesar de que con el VAR no debería producirse ni una mala
decisión final.
Es la hora de los
equipos valientes, en especial de equipos con dificultades en la creación del
juego y vigorosos en su proceder. La táctica del fuera de juego es arriesgada,
pero bien aplicada tiene además de impedir el juego ofensivo del rival, la
contrapartida de dejar al contrario mal posicionado, lo que implica mayores
opciones de llegar a su portería con ventaja.
Da la impresión de
que nadie se atreve a profanar el fútbol actual con un viejo ardid que solo
gusta al equipo que sabe ejecutarlo. Desconozco si finalmente algunos equipos
irán incorporando -aunque sea de manera intermitente-, la táctica del fuera de
juego en sus planteamientos, pero me atrevo a afirmar que el equipo que sea
capaz de practicar la táctica del fuera de juego con alta precisión, obtendría
una mejora evidente en sus resultados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario