domingo, 11 de junio de 2023

MANCHESTER CITY 1-0 INTER

Desde hace cuatro años el Manchester City revoloteaba de manera hipnótica alrededor de la orejona. Era cuestión de tiempo que las ingentes cantidades de dinero invertidas en conseguir este objetivo culminasen con la consecución de la Champions League.

En la temporada  2019-2020 cayó en cuartos de final, en partido único -por razón de la supuesta pandemia- contra el Olympique de Lyon.

En la temporada 2020-21 el Manchester City perdió la final de la Champions League contra el  Chelsea, por 1-0, siendo Stones el jugador señalado por un error posicional en el gol del Chelsea.

En la temporada 2021-22 fue eliminado en las semifinales por el Real Madrid, a doble partido, con un total de 6 goles a 5, en lo que puede considerarse como uno de los mayores milagros deportivos de la historia, con todo el santoral empujando para que el RM llegase a la final, en un guión que supera a cualquier otro que fuese diseñado por las mentes más retorcidas.

Esta temporada, con el fichaje de Erling Haaland, todo indicaba que iba a ser el intento definitivo para conquistar la Champions League. La superioridad mostrada en el partido de vuelta de semifinales contra el RM, en una de las exhibiciones futbolísticas más impresionantes de los últimos años, iluminaba todavía más el camino hacia la victoria.

Su rival, el Inter de Milán, clasificado en tercera posición en la Serie A, con acceso a la Champions League de la próxima temporada, y campeón de la Copa de Italia, era un rival que a priori tenía todas las de perder contra el Manchester City.

No obstante, ciertos mecanismos de su juego, en especial por su banda izquierda, su presión alta y bien organizada, además de un planteamiento de fútbol más rudo y directo, daban alguna opción a un Inter que compite siempre bien, aunque solo fuese por la resultante de un contraste de estilos opuestos.

Guardiola ha aprendido con los años que una cosa es ser innovador, creer en una idea que por lo general siempre funciona en torneos largos, y otra jugarse a uno o dos partidos  el éxito de una temporada. Así se explican las precauciones tomadas en la final, practicadas desde hace meses, con la finalidad de otorgar un mayor equilibrio a su equipo.

Los dos laterales son dos centrales adaptados a una  nueva situación en el campo. En ataque son dos volantes retrasados, aunque si hay una  buena oportunidad dan un paso al frente por si pueden filtrar algún pase interior -así fue la jugada del gol del MC, con un pase en profundidad de Akanji a Bernardo Silva-.

Es una aportación táctica interesante de Guardiola, abandonando las llegadas de los laterales hasta la línea de fondo, con los desajustes que muchas veces provocan en el equipo que ataca, prefiriendo que sea un central -en este caso, el reivindicado Stones- quien cree superioridades en la zona frontal del área rival. El riesgo asumido por esta circunstancia queda minimizado por las limitaciones impuestas a los dos laterales.

Meses atrás ya se expuso en el Blog el mejor modo de parar la maquinaria citizen. Con las derivadas que cada uno prefiera, hay una ley que debería tenerse siempre en cuenta: mantener al City tan lejos del área propia como sea posible. Esta fue la estrategia empleada por Inzaghi, al que solo le faltó emplear la táctica del fuera de juego en determinadas jugadas -por ejemplo en la del gol del MC- para que su planteamiento del partido fuese perfecto.

Cabe decir que el Inter de Milán no mereció perder en los noventa minutos reglamentarios, pues se hizo merecedor a jugar la prórroga, anulando el juego de ataque del Manchester City, además de mostrar al mundo las limitaciones de Haaland cuando está alejado del área o no puede correr al espacio. Haaland es un rematador voraz e irresistible, pero su influencia en el juego disminuye de manera ostensible cuando no está pisando área o se le ponen obstáculos a su desenfrenada carrera.

Aunque el MVP del partido fue para Rodri, entiendo que el jugador que demostró estar un paso por encima del resto, fue Bernardo Silva. Asimismo, quiero destacar la buena actuación de Onana -un portero que siempre me transmite inseguridad-  en algunos balones por alto y en asumir el cometido de jugar el balón de modo constructivo. Formado en La Masia, me recuerda a Carlos Busquets en su etapa en el FCB, siempre apurando las décimas de segundo con el balón en los pies, asumiendo grandes riesgos más allá de lo recomendable para los aficionados de su equipo.

Resultaba tan evidente la obsesión del MC por ganar la Champions League que tal circunstancia afectó al desarrollo de su juego. Sus jugadores no tenían la soltura que tienen en partidos de menor trascendencia o en enfrentamientos de ida y vuelta. La enorme responsabilidad de la final supuso una presión insoportable en la cabeza de todos los integrantes del MC. Una vez que han ganado la Champions, nunca más volverán a sentir la ansiedad del mismo modo.

Estamos ante un equipo que puede dominar el fútbol mundial en los próximos años. Al margen de otros avatares, solo la marcha de Guardiola, por el hecho de haber culminado una tarea,  podría difuminar la aureola de este equipo.

 

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