Mi primer análisis de los cuatro jugadores que se disputan el reconocimiento oficioso de ser el mejor jugador de la historia se va a centrar en la figura de Johan Cruyff.
La eclosión del gran Ajax de Amsterdam con su fútbol total y su posterior aplicación en la Selección Holandesa, con la naranja mecánica, no pueden explicarse sin Cruyff como director de orquesta en el campo, siguiendo las directrices de Rinus Michels desde la temporada 65-66 hasta la 70-71 -al final de esta temporada el renombrado entrenador fichó por el FC Barcelona, en un intento del club catalán de importar el fútbol eléctrico que empezaba a asombrar al mundo-, y de la 71-72 hasta la 72-73, bajo la batuta de Stefan Kováks, quien fue capaz de mejorar el rendimiento del Ajax con aportaciones en la idea del fútbol total.
En síntesis, este nuevo fútbol consistía en un despliegue físico descomunal, con presión alta, posesión del balón, y jugadores cambiando de posición de continuo, sin que se perdiese por ello la disposición táctica, pues cuando un jugador ocupaba una nueva posición en el campo, enseguida había otro que se adueñaba del lugar que había quedado libre, en un carrusel de idas y venidas que atrapaban al contrario en una vorágine de la que era difícil salir.
Fue un cambio de paradigma en el mundo del fútbol que marcó una época de grandes éxitos, tanto de la Selección Holandesa -llegó a las finales de la Copa del Mundo, en 1974 y 1978, y aunque no las ganó su juego pasó a la posteridad- como del Ajax -tres Copas de Europa consecutivas-, en una hegemonía absoluta del club holandés que se truncó por el traspaso de Cruyff al FCB en la temporada 73-74.
La función de Cruyff en el Ajax y en la Selección consistía en organizar el juego de ataque, en dar el último pase o lanzar el balón en profundidad, acompasando la llegada veloz de un compañero al área en el justo punto para que el receptor no cayese en el fuera de juego. Si a eso le añadimos su gran capacidad para desbordar contrarios, con una aceleración descomunal y una técnica de regate muy eficaz, estamos ante un jugador casi imparable sin recurrir a un juego defensivo de alto voltaje, a artimañas de todo tipo, y a una violencia excedida.
Su filosofía de vida, más dada al goce de divertirse jugando al fútbol, le apartó del sufrimiento que todo gran campeón tiene que pasar para conseguir los máximos objetivos. Como consecuencia de ello no se exigió tanto a la hora de determinadas prácticas en los entrenamientos, ni tampoco buscó ser un héroe durante los partidos.
En mi opinión, Cruyff ha sido de los cuatro futbolistas que se disputan la corona, el más completo en cuanto a la organización del juego, uno de los más grandes en regate y velocidad, además de tener una personalidad de líder muy poderosa, aunque era demasiado inteligente para aplicarla de manera absoluta en un terreno de juego. Su forma de entender la vida le hizo jugar al fútbol con cierto relativismo en sus temporadas en España, o apartarse de la posible gloria en momentos en que de haber apostado por la competición, podría haber ampliado su leyenda.
Me estoy refiriendo a las temporadas siguientes a la 73-74 -en la que el FCB ganó la Liga después de catorce años de espera, en una prodigiosa exhibición que culminó con la victoria en el Santiago Bernabeu por 0-5, un éxito que insufló a los azulgrana una alegría desconocida- y a su renuncia a jugar con Holanda el Mundial de Argentina, en 1978.
Visto en perspectiva, su paso por el FCB frenó la trayectoria de Cruyff, no tanto porque decayesen sus cualidades, como por el irrespirable ambiente de los estadios españoles, con árbitros permisivos y una grada más dispuesta a jalear las entradas a Cruyff que a disfrutar de un jugador tan excelso.
Ante estas circunstancias, Cruyff se enrocó y solo dejaba ver algunas de sus perlas en el Camp Nou, más a salvo de una violencia desatada, con unos árbitros que castigaban más sus protestas que las alevosas faltas de los contrarios.
A partir de su segunda temporada en el FCB vio maniatada su capacidad de jugar y la posibilidad de vencer, pues el plan general de los estamentos oficiales y arbitrales fue el de limitar el talento de Cruyff, hasta el punto de impedir que los jugadores extranjeros jugasen la Copa del Generalísimo, norma que fue retirada en la temporada 77-78 -última temporada de Cruyff en el FCB-, y que fue ganada por el club catalán.
No obstante, su paso por el FCB fue trascendental para el futuro del club al dejar una semilla que con los años germinaría en los éxitos del equipo azulgrana, tanto con Cruyff como entrenador, como por su influencia en Rijkaard y Guardiola, en las siguientes etapas doradas del FCB.
No puedo decantarme por Cruyff como mejor jugador de la historia, a pesar de su magnífica trayectoria, por los argumentos ya apuntados, incidiendo esencialmente en que al no poner en riesgo su integridad como jugador ni su ética personal para la consecución de éxitos, puso cierta distancia ante el enorme coste de alcanzar la magnificencia deportiva. En definitiva, no puso al fútbol en la cúspide de su trayectoria vital, no al menos a costa de infringir su concepto de vida.
Más adelante, como consecuencia lógica de su inteligencia aplicada al fútbol, fue capaz de aportar ideas y una filosofía de juego que me permiten afirmar que si bien Johan Cruyff no ha sido el mejor jugador de fútbol de la historia, sí que ha sido la personalidad más relevante e influyente del mundo del fútbol.
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