Con la derrota ante un buen Betis el eclipse azulgrana ha llegado a su perfección, a una oscuridad absoluta que, siguiendo el curso de todos los eclipses, tendría que ser el preludio de una nueva luz, aunque la lobreguez puede alargarse más de la cuenta.
Si bien con Xavi de entrenador se han mejorado algunos conceptos, el progreso a día de hoy resulta insuficiente. El equipo azulgrana está demasiado afectado por lesiones de jugadores importantes, por la presencia de jugadores que no aportan nada a la hora de marcar diferencias y por jugadores traumatizados, lo que en el campo crea un desajuste muy negativo en la aspiración de tener un equipo dominador y armónico.
Si a esto le añadimos que un jugador de la talla de Coutinho ha sido humillado permanentemente por la afición y los medios de comunicación, no habiendo jugado nunca en su mejor posición en el campo; que Piqué siga yendo a programas de cháchara, cuando lo que debería hacer es ser un ejemplo de responsabilidad; que Dembélé nunca haya tenido una actitud cien por cien centrada en su carrera profesional, además de acumular un número agotador de lesiones, hechos que impiden tener la esperanza de creer que por fin sea lo que se intuye de él, además de resultar complicado saber dónde tiene la cabeza ante la próxima finalización de su contrato; habrá que convenir que el presente azulgrana se ubica en un laberinto.
Para que las tinieblas sean todavía más oscuras solo faltaba comprobar una realidad dolorosa: el Real Madrid gana en todos los terrenos al equipo azulgrana. Gana en puntos, en concepto de juego, en plantilla, en la parte económica, etc., siendo algunas comparativas tan impactantes en su desfase que solo se necesita un milagro para revertirlas.
Ancelotti ha mejorado el nivel de casi todos sus jugadores, además de la noción de juego heredada de Zidane. Incluso ha dado las claves a Vinicius para que ya pueda ser considerado como uno de los mejores jugadores del mundo cuando hace pocos meses era objeto de burla.
En el FC Barcelona el buen juego se ha ido desvaneciendo con los años a la par que los ecos por la independencia de Catalunya, un augurio que en el Camp Nou cada vez resuena más remoto y sin ninguna convicción. Son auspicios que han sido permutados, por obra y gracia de rufianes de medio pelo, por pequeños porcentajes del catalán en las plataformas digitales de series y películas. Es una alusión que puede asociarse a lo que es el Barça actual: es la hora de rebajar las expectativas.
La ruina se ha acercado tanto a las estructuras del Club, que disfrazada de satélite asesino, ha completado un perigeo tenebroso que puede durar más de lo que pronostican los astrónomos.
Pero no todo son malas noticias para el Barça. Todavía le queda una bala en la recámara.
Las dos últimas Ligas ganadas por el Real Madrid y el Atlético fueron el resultado de un compromiso acordado en las altas instancias deportivas: una Liga para cada equipo, procurando que en época de confinamientos y privaciones, la competición resultara más emocionante que nunca. Solo falta cumplir la última cláusula: que el FC Barcelona se proclame campeón de la presente temporada.
Lo que ha ocurrido es que al inicio de la amañada carrera por el título, el Barça ha tropezado tanto y se ha quedado tan descolgado, que cumplir con lo pactado puede resultar inviable. Consciente de la inesperada situación, el Real Madrid ha dado un acelerón para hacer todavía más inasequible el acuerdo.
El Barça ha recibido ayudas arbitrales desmedidas en sus partidos contra el Espanyol y el Villarreal, pero lo que no puede acontecer es convertir en campeón a un equipo que casi no dispara a puerta, pues ello implicaría que para que gane partidos habría que hacer excesivos malabares, que por su extrema dificultad podrían provocar daños irreparables en la percepción y el prestigio de la competición.
Es por todo ello que podría ocurrir que el FC Barcelona, consciente de que el incumplimiento del pacto es atribuible a su incapacidad, negocie una opción que pueda ser aceptada en las altas esferas: el desistimiento en su pretensión por ganar la Liga a cambio de que el FC Barcelona se asegure estar entre los cuatro primeros de la clasificación final, para asegurarse jugar la Champions la próxima temporada.
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