miércoles, 5 de agosto de 2020

VARVARIDAD ( II )

Después del confinamiento por el coronavirus, en la continuación de la competición de la Liga, hemos asistido a la sucesión más surrealista y descarada de decisiones tomadas desde el VAR, hasta el punto que forzosamente tendrá que haber un antes y un después, o la tecnología VAR en España será muy cuestionada.

De manera definitiva se rompió la línea apuntada por el presidente del Comité Técnico de Árbitros, Carlos Velasco Carballo, cuando dijo que el VAR no debería analizar jugadas grises. Ha sido un asalto a la honestidad en todas sus variantes, pintando cada partido de un gris merengue inaudito.

Resulta imposible asumir que una larga secuencia de jugadas dudosas, siempre se hayan decantado a favor del Real Madrid, hasta el punto que situaciones prácticamente idénticas, fueron interpretadas de manera diferente según el equipo al que pudiesen beneficiar. Se ha entrado en la maniquea situación de rojo o negro, en la que siempre sale ganando el mismo. Cada jugada, juzgada de manera individual, es argumentada por los talibanes a sueldo, de un modo maquiavélico. Valga un ejemplo:

O bien la jugada es penalti porque como se puede observar, el contacto con el brazo ha modificado la dirección del balón, o bien no se ha pitado penalti porque como puede verse, ha sido una acción totalmente involuntaria. Y así, una vez tras otra, en diferentes situaciones, a lo largo de las últimas once jornadas de Liga.

Que un árbitro emboscado en el VAR seleccione unas determinadas jugadas para analizar, ignorando otras, a su criterio interpretativo, y que en esta interesada selección se tomen, por parte del árbitro, decisiones que siempre caen del mismo lado, es la evidencia de una injusticia planeada.

Cuando la incidencia es absurdamente favorable a un determinado equipo, en una amplia selección de jugadas, todas altamente dudosas, estamos ante una realidad palmaria: esto no son errores, esto es cumplir objetivos.

No me sirve de nada que el mencionado presidente del Cómite Técnico de Árbitros expresara, el 23 de julio de 2020, que un acierto manifiesto se convierte en crítica al VAR y lo convertimos en un escándalo.

Su afirmación es un claro sofisma, la negación del posible error en cualquier circunstancia, pues ante una jugada dudosa el árbitro siempre acertará, se pite una cosa u otra. Cualquier decisión tomada lleva implícita una alta dosis de veracidad por la dificultad intrínseca de interpretar la incidencia juzgada.

En definitiva, lo realmente escandaloso es que el conjunto de jugadas dudosas siempre caiga del mismo lado. Esta es la idea esencial, la denuncia del global de las decisiones tomadas, no tanto el análisis de una determinada jugada. Es precisamente por la incerteza que conlleva el análisis de una jugada que el árbitro está completamente liberado del error, ya que íntimamente es conocedor del acierto de su decisión, sea la que sea.

Percutir de manera insistente y desvergonzada en una misma dirección sin que los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, hayan señalado esta infecta realidad, es la señal evidente de que cuanto mayor acceso tenemos a la información, más alejados estamos de la verdad.

Precisamente esto es lo que ha ocurrido en las últimas once jornadas de Liga, en la que la supuesta mejor liga del mundo, ha alcanzado el nivel propio de un país bananero, o de la España de décadas pasadas.


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