Fue
en el Mundial de Rusia, entre junio y julio de 2018, cuando se hizo la
presentación de gala de la tecnología VAR (Video Assistant Referee).
Anteriormente se había probado en más de ochocientos partidos de diferentes
categorías y torneos, con la finalidad de ajustar su correcta intervención.
Asimismo, en un estudio encargado por la International
Board a la Universidad de Leuven, se
corroboró que el VAR acertaba en más del noventa y ocho por ciento de las
decisiones y que por tanto, era una herramienta que ya estaba lista para ser
utilizada en los grandes eventos.
Durante
el Mundial de Rusia se pudo comprobar a nivel global, la incidencia positiva y
el resultado indiscutible del VAR, hasta el punto que el presidente de la FIFA,
Gianni Infantino, declaró: El VAR no está
cambiando el fútbol, sino que lo está haciendo más honesto, más transparente y
más justo.
Como
resultado de la aplicación exitosa del VAR en el mencionado Mundial, la UEFA y
algunas de las ligas más importantes, entre ellas, la Liga española, adoptaron
la tecnología VAR para la temporada 2018-2019 y sucesivas.
Enseguida,
en las diferentes competiciones gestionadas con la tecnología VAR, se pudo
observar que la inocencia general mostrada por los jugadores durante el Mundial
de Rusia, había sido un haz de luz que no volvería a iluminar el espacio
deportivo. Empezó a hacerse realidad el axioma que afirma que el observador afecta
a los comportamientos del observado.
En
todos los equipos sin distinción, se fueron mostrando diferentes artimañas, una
vez que el VAR iba siendo interiorizado por jugadores y cuerpos técnicos. El
VAR ya no solo era una herramienta nacida para impartir justicia, sino que
además podía utilizarse para sacar ventaja de unas cámaras que lo analizan
todo. Especialmente en los saques de esquina y golpes francos al área, se hacía
muy evidente que había una suerte de simulaciones que buscaban que desde el VAR
se cayese en la cuenta de un empujón o agarre, exagerando las consecuencias de
un mínimo contacto. De manera que, poco a poco, se hicieron presentes actitudes
que desnaturalizan el fútbol y, por tanto, lo pervierten.
A
pesar de todo, la primera experiencia con el VAR en la Liga española, pudo
considerarse como válida, notable en su desarrollo, aunque con algunos puntos
oscuros. El presidente del Comité Técnico de Árbitros, Carlos Velasco Carballo, hizo un resumen de la temporada
2018-2019, incidiendo especialmente en que el
VAR no debe entrar en jugadas grises, hemos insistido hasta la saciedad en que
pusieran la línea de intervención muy alta.
La
asimilación del nuevo paradigma por parte de los aficionados se hizo extraña y
difícil: goles anulados por estar el delantero un par de milímetros adelantado
al defensa, aprender de nuevo a celebrar los goles después de un sinnúmero
frustrante de coitus interruptus,
penaltis señalados que nadie había visto,
etc.
La
temporada 2019-2020 empezó igual que la anterior, con todos los participantes
de la fiesta del fútbol mejor adaptados a la intromisión del VAR, visto como
una especie de mal necesario, una herramienta imprescindible que generaba
cierta desconfianza.
La
percepción de que la presencia del VAR alteraba en exceso los comportamientos
de los jugadores se hizo más manifiesta. Tanto en la prudencia, al llevar los
brazos pegados al cuerpo más de lo habitual -algo muy poco natural-, hasta en
la evitación de acciones defensivas con excesivo forcejeo que puedan ser delatadas
por el VAR. También en las tretas de los delanteros, más enfocados en tropezar
con la pierna del contrario que en terminar una jugada.
La sensación general es que una herramienta deseada por todos -en especial en el análisis de los fueras de juego-, está siendo muy contestada por las derivaciones que su aplicación ha generado, concretamente en las jugadas de libre interpretación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario