domingo, 10 de abril de 2022

JAUME CEBRIAN (1957-2022)

 

 

Un equipo de fútbol, además de tener un buen orden táctico y una idea muy clara de la estrategia a desarrollar, precisa para elevar su nivel de juego de algunos jugadores que sean desequilibrantes en algunas facetas: velocidad, potencia, técnica, regate, etc. Un equipo que cumpla estas características y que juegue con compromiso y disciplina, lo tiene todo para ser un equipo muy competitivo.

No obstante, la diferencia entre competir muy bien o llegar a ser un  equipo ganador radica en dos aspectos fundamentales: la presencia de un jugador referencial capaz de marcar diferencias en muchos momentos del partido, y/o parejas de jugadores capaces de conectarse entre sí de un modo preciso e intuitivo, al margen de tácticas o entrenadores. Normalmente, para que se cumpla esta segunda opción, la pareja de jugadores tiene que ser algo más que compañeros de equipo, es necesaria una implicación de amistad, una química que se desarrolle fuera del laboratorio del terreno de juego.

A lo largo de mis años de futbolista pude cristalizar una relación de este tipo con mi primo hermano, Jaume Cebrian. Había una jugada que teníamos muy interiorizada por la reiterativa práctica de la misma en los entrenamientos. Desde la banda derecha, lanzaba el balón a la parte izquierda, en una parábola imposible de cortar para los centrales del equipo contrario. Jaume no esperaba el balón de manera estática, sino que desde atrás, a toda velocidad iba al encuentro del balón para coincidir su entrada por el lateral del área con la llegada del esférico.

Unas décimas de segundo antes de que ocurriese el remate de cabeza, Jaume se desplazaba con un salto hacia adelante, un salto tremendo que le permitía estar suspendido en el aire, ingrávido, hasta conectar un remate de una plasticidad formidable.

Los padres de Jaume vivían en una urbanización en la que había un campo de fútbol y pistas de tenis. En vez de enrolarnos con el equipo de la urbanización, preferimos asociarnos con los hijos de los payeses de la zona. A falta de una semana para un enfrentamiento entre ambos equipos, una tarde de domingo, después de haber jugado un partido por la mañana, Jaume y yo fuimos a entrenar. Al llegar al campo, comprobamos con decepción que lo ocupaban los que iban a ser nuestros rivales el domingo siguiente. Estaban acompañados por padres y vecinos en una especie de conciliábulo, donde todos daban órdenes y consejos, preparando el partido.

Después de observar con curiosidad los comportamientos de unos y otros,  cuando ya nos íbamos a marchar, del cielo ennegrecido empezó a caer granizo. La estampida fue notable, refugiándose tanta gente como había en los vehículos aparcados al lado del terreno de juego.

Con Jaume enseguida vimos la oportunidad que se nos brindaba y saltamos al terreno de juego. En este punto, la curiosidad la tenían ellos, sorprendidos por tanta inconsciencia. A medida que pasaban los minutos el pedrisco se convirtió en metralla helada, lanzada con furia por alguna deidad exterminadora. Lo razonable habría sido parar, pero ni se nos pasó por la cabeza. De algún modo, ya estábamos ganando el partido que íbamos a jugar contra ellos.

Imbuidos en nuestra épica, un gesto semejante nos hubiese situado a la altura de aquellos pusilánimes que todavía seguían recluidos dentro de los coches, observando incrédulos unas emanaciones que se movían entre una espesura blanca y diamantina.

Cuando se terminó la munición las negras nubes habían desaparecido, dando paso al fulgor del sol. A nuestros pies teníamos una albura de hielo triturado, pero unos metros más allá, el resto de la superficie que nos circundaba, era un espejismo que reflejaba un fuego glacial, brasas refulgentes que el sol había prendido. Nos miramos, sabedores que éramos invencibles.

Hace unos días los familiares y amigos de Jaume asistimos a su funeral. Desde el atril su hija expuso que el recuerdo de Jaume nunca morirá. Por mi parte, con este escrito, quiero hacer mi pequeño homenaje al que fue mi amigo y compañero de charlas y juegos.

 

UNA CENA MUY ORIGINAL

Los integrantes de masalladelgol-colectivopessoa , seudónimos anónimos agazapados detrás de heterónimos invisibles, hemos llegado a la con...